Este es el comienzo del relato de mi corta estancia en la remota aldea de Muang Ngoi, Laos, accesible únicamente por barcaza desde el río Nam Ou y sin electricidad (al menos cuando yo la visité). Estas circunstancias, que nos hacían muy vulnerables a mi compañera de viaje y a mí, en aquel entonces nos parecieron carentes de importancia. El ansia descubridora del viajero y la magia del paisaje laosiano se impusieron ante los convencionalismos.
Puesta de sol sobre el Nam Ou, en Muang Ngoi, Laos |
Al llegar por río, provinentes de Nong Khiaw, en el embarcadero nos esperaban ya algunos habitantes, preparados para recibir a los nuevos visitantes y ofrecerles alojamiento. Aquel muelle era el centro de efervescencia de la población, nexo de unión con el mundo exterior, mirador con bellas vistas y trampolín para los baños de la chiquillería.
Embarcadero sobre el río Nam Ou en Muang Ngoi, Laos |
Una calle principal de suelo de tierra con casitas de bambú y madera a ambos lados, un templo en un extremo, un improvisado campo de fútbol en un prado y un mercado matutino ambulante a las afueras, conformaban el trazado de la aldea de Muang Ngoi. Los niños jugueteaban en la calle con los animalitos y nos posaban con ellos para las fotos.
Calle principal de Muang Ngoi |
Amiguitos de Laos |
Como nota discordante, una moderna tienda de artesanía y libros en inglés usados regentada por un joven educado por los monjes en Luang Prabang, que con su gran dominio del idioma inglés y revolucionarias ideas de negocio, pretendía atraer la riqueza al pueblo con un impulso al turismo sostenible. Con él como intérprete y sus amigos compartimos comida, bebida y anécdotas de cazadores ya caída la noche. Celebraban el éxito del hijo de uno de ellos que, con calculo no más de 7 años, había logrado dar muerte a un lagarto con un certero tiro de su honda. Aquel grupo de amigos, de procedencia y costumbres tan lejanas para nosotras, nos hizo sentirnos como parte de él. Entrañable bienvenida a Muang Ngoi.
¿Es posible sentirse como en casa compartiendo comida y bebida con quien no se comparte ni idioma ni procedencia ni costumbres? ¿Lo has experimentado? ¡Cuéntanoslo!
Hola chicos!
ResponderEliminarNosotros, como vosotros, también pasamos por Muang Ngoi y realmente nos encantó! posiblemente en Muang Ngoi comprendimos que para estar bien hace falta muy poco. Allí pasamos unos días geniales :-)
Un abrazo!
No podría estar más de acuerdo! Nos gustó tanto que arriesgamos a quedarnos hasta agotar el dinero en efectivo que teníamos...Separamos el de la vuelta en barca y tuvimos que convencer a la señora del hostal para que aceptara dólares. No fuimos las únicas, vimos a otros extranjeros compartiendo un bol de arroz entre dos porque no les quedaba más efectivo y no querían irse...jaja
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