sábado, 3 de marzo de 2012

Una de artes marciales

Nunca me habían interesado demasiado las artes marciales. De pequeñita disfruté mucho con Karate Kid y me hacían gracia las citas del pequeño saltamontes pero hasta ahí llegaba mi afición. No obstante, las artes marciales son una parte muy importante de la cultura china (no precisamente el karate que es del vecino Japón), y, por ello no he podido evitar tener un encuentro más cercano a ellas durante mi vida allí. Concretamente, con el tai chi y el kung fu. El tai chi está muy presente en la vida china. Diariamente, a hora muy temprana, se concentran los practicantes de este deporte en los principales jardines de todas las ciudades. He de confesar que no logré levantarme adrede para ver este espectáculo. Aún así me lo encontré a deshora alguna vez. En estas ocasiones, resulta algo cómico para el público ignorante como yo, ya que, suele tratarse de una persona aislada, muy concentrada, realizando extraños movimientos lentos al aire. Sin embargo, a nadie le parece raro e ignoran completamente este comportamiento.

Práctica de taichi en Xuhui, Shanghai

Pero fue en mi escapada a Xian cuando realmente entré en contacto con el tai chi. Gracias a una amiga pude conocer al gran maestro de taichi, 13 generación viva de guerreros de tai chi estilo Chen que inventaron el tai chi como un arma defensiva. Toda una institución en China. Tuve el honor de cenar con ellos y de presenciar en directo el gran homenaje que le habían organizado al abuelo. Impresionante. Cientos de practicantes de tai chi, perfectamente coordinados. Y no sólo en plan baile lento y bonito, si no que, también en combates breves, dos a dos, en los que, con un rápido movimiento, lanzaban por los aires al contrincante. Fue todo un espectáculo. El campo de fútbol de la universidad de Xian plagado de gente practicando tai chi por turnos.


Al acabar el show, todos querían acercarse al gran maestro. Ventajas de ser extranjera, pude atreverme a pedir una fotografía. Los chinos, allí presentes, me lo debieron de agradecer en silencio, porque abrí la veda, y ya todos hicieron cola para hacerse la foto con el venerable y anciano maestro con su uniforme - pijama amarillo (confío en que el buen hombre me perdone porque no le dejaron descansar ya). Abuelo, hijo, nieta y biznieta, 4 generaciones de tai chi juntas. La biznieta es, por el momento, solo un bebé y tiene sangre francesa y china. Habrá que esperar para saber si sigue la saga y traslada a Europa la ancestral tradición, su madre ya lo está haciendo. Me sentí parte de la historia viva de China.

4 generaciones vivas de familia de practicantes de taichi: el Gran Maestro y abuelo (de amarillo), su nieta a la derecha, maestra de taichi, con la biznieta en brazos y en el extremo derecho, el hijo, también maestro de tacichi

Y del tai chi al kungfu. Esta vez en el templo de los monjes Shaolin o versión china de Disneylandia pero sin atracciones de feria. Decepcionante. La nueva China pseudo capitalista ha convertido el histórico templo en un parque temático dedicado al kungfu repleto de familias de turistas chinos con sus cámaras siempre a punto y comprando todo tipo de souvenirs. Aún así, la escuela templo sigue viva y muy viva. El espectáculo de kungfu es fascinante. Niños - monje realizando volteretas por el aire, adolescentes rompiendo cristales con la cabeza... todo ello al ritmo de un remix de música tradicional con un toque discotequero, muy al estilo Hollywood. Una guapa azafata presentando el espectáculo y animando a la audiencia. Hubo un momento en que pidió voluntarios y salieron tres chinos, aparentemente nada en forma, regordetes, sencillos y, sin embargo, pudieron realizar volteretas y patadas que no deslucieron en exceso. Igualito que si llamaran a un españolito medio a ponerse de repente a pegar patadas. Se conoce que en China muchos llevan dentro al guerrero y salvaron el tipo. Menos mal que mis amigos españoles (a quiene intenté convencer) no subió al escenario. Los habrían destrozado, eso sí, con mucho estilo.


Y como colofón, el campo de entrenamiento. La visión de cientos de estudiantes practicando en el  campus resulta algo inquietante. Semejan un enorme ejército. Observando su constancia y dedicación al kungfu, no pude evitar que se me pusiera la piel de gallina. ¿Negocio en auge o algo más? No puedo estar segura pero sí sé que son muchos los que allí se preparan y que realizan ejercicios que parecen sacados de un videojuego. Sus intenciones son, en principio, pacíficas, destinadas a cultivar la mente a través del control del cuerpo....pero, ¿y si no fuera así? Mejor no imaginarlo. Las artes marciales reconvertidas en un gran negocio de masas están muy de actualidad en la moderna China.


¿Crees que hemos de preocuparnos o se trata simplemente de un negocio bien explotado? ¿Has tenido ocasión de ver de cerca tai chi o kungfu en China? ¡Cuéntanoslo!


2 comentarios:

  1. Hola!

    Oye que interesante el blog! Me encantó... he visto que vienes recién llegando a China... en dónde estás? Bueno, si necesitas algo te dejo mi correo.. andrea.mella.f@gmail.com

    Saludos!

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    Respuestas
    1. Hola Andrea! Me alegro que te guste. A ver si consigo engancharte...Saludos

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