jueves, 1 de noviembre de 2012

Curiosidades varias de Bali

Son muchas las cosas que llaman la atención cuando se viaja a otro país. Dependiendo de la experiencia que toque vivir, destacan unas u otras. Yo llegué a Bali pensando en que iba a la isla de bodas de famosos y lunas de miel varias y sin embargo me adentré en la realidad local y volví totalmente enamorada de ella.

Caos nocturno en las calles de Kuta

Inicié mi deambular en Kuta, una versión de Benidorm pero con olas y surf en lugar de playas de arena blanca repletas de toallas, y australianos borrachos en lugar de ingleses. Las playas (excepto por la visión de los surferos y la puesta de sol) me decepcionaron y el cartel de aviso del peligro de tsunami no ayudó a mejorar la percepción.

Aviso de tsunami en la playa de Kuta, Bali

Huí despavorida a la tranquilidad de Ubud, pueblo muy turístico también (como casi toda la isla) pero con una atmósfera más apacible. Y allí me quedé atrapada por la amabilidad de sus gentes, tanto locales como extranjeros afincados allí. 

Camino en Ubud, Bali
El día a día balines está repleto de ofrendas y ritos con los que uno se tropieza, literalmente, a cada paso. Las mujeres pasan gran parte del día depositando ofrendas en lugares estratégicos para mantener contento a uno u otro Dios. Como consecuencia, es habitual toparse con cestitos de hoja de banana portando flores y comidas rodeados de un ejército de hormigas, animalillos que deben vivir muy felices en la isla porque sus habitantes parecen siempre atentos a satisfacer sus necesidades.

Mujeres llevando las ofrendas diarias
Otro animal feliz y al que tampoco falta comida en Bali es el gueco, recibe el nombre porque hace un sonido parecido y se encarga de liberar el ambiente de los molestos mosquitos y de decorar las paredes de las casas con su larga cola.

Gueco

Como valenciana que soy, no pude menos que admirarme de los campos de arroz, obligada visita para el turista. En Valencia no están rodeados de palmeras y exuberantes plantas tropicales ni tampoco están plantados formando terrazas.

Terrazas de arrozales en Bali
Pero no es sólo eso lo más fascinante, sino el hecho de que conviven tres momentos distintos de la cosecha en campos adyacentes, a saber, arroz recién plantado, inundado y hasta segado y quemados los rastrojos. Este último viene seguido de una purga del campo por un ejército de patos. El pastor que los lleva los va prestando a los campos de arroz para que hagan su trabajo mientras llenan sus estómagos. La estampa es bastante cómica y bucólica.

Más campos de arroz en Bali

Los patitos esperando su turno entre el arroz

Así es Bali, naturaleza pura combinada con culto a los dioses y una paz únicamente perturbada por el ruido de alguna motocicleta, de algún animalillo autóctono o de algún turista despistado. Me quedan aún más curiosidades por contar pero eso ya será en otro post.

¿Has estado en Bali? ¿Qué es lo que más te llamo la atención? ¡Cuéntanoslo!




2 comentarios:

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