sábado, 29 de septiembre de 2012

Rezando en Bali (II)

Recordaréis que me encontraba en mi último post en un templo de Ubud, Bali, dispuesta a participar en una ceremonia junto a mi nuevo amigo Nyoman.  Nyoman debía de ser el hijo número 3 de su familia, porque en Bali los nombres se repiten dependiendo de la casta, el sexo y el orden de nacimiento. Muy práctico, se evitan las discusiones famliares para elegir el nombre de los niños (aunque lo de tener un nombre original resulta imposible). Volviendo al templo, Nyoman se sentó a discutir los pormenores de la ceremonia con el cura y me comentó alegremente que había quedado muy contento con mi participación en la ceremonia anterior, que sabía que yo había sentido algo. Mejor que no supiera de mi discusión interior acerca de si llovía o no o de cómo lograr que no se me durmiera el pie en la posición de loto... 

 
Nyoman y el maestro de ceremonias

Nyoman con sus 26 años me explicó que era feliz, tenía un buen trabajo y por eso aprovechaba sus vacaciones para dar gracias a Dios. Había estado desde muy temprano preparando la ofrenda con la ayuda de un amigo. ¿A qué se dedicaba? Era guía, vino a Ubud desde el norte y empezó trabajando llevando a los turistas a hacer rafting y ahora les acompañaba en los tours. Bueno, parece que ya había encontrado el motivo oculto de la invitación, me dictó mi desconfiada mente. Y me propuse muy resuelta a no pagarle nada por un servicio que no había pedido y que no me había sido presentado como tal. En esos momentos no sabía cuán lejos estaba de conocer la verdadera motivación de Nyoman. Me pidió ayuda para colocar la ofrenda en la mesa de ceremonias del templo. Aquello era mucho más que la ofrenda de la familia anterior. ¡Hasta había un cochinillo! ¿Cómo lo habría traído en su motito? ¿Qué iba a hacer el sacerdote con tanta comida?


La ofrenda de Nyoman

Se repitió más o menos la misma escena que en la ceremonia anterior. Solo que estábamos únicamente Nyoman, un amigo suyo, el sacerdote y yo. No hubo un tiempo de rezo, la ceremonia acabó con Nyoman partiendo el cerdo entre risas. Esta vez el cura ya no me bendijo. Una bendición al día debe ser ya suficiente. Bueno, ya estaba, aquello había curado mi curiosidad y podía irme a por la merecida ducha tras el paseíto (el calor en Bali es sofocante). Eso creía yo, pero Nyoman me explicó que ahora nos íbamos a bañar al río sagrado. Recordaréis que el templo en que nos encontrábamos era especialmente poderoso porque estaba en la confluencia de dos ríos. El agua del río estaba considerada sagrada. ¿Sin bañador? No había problema, respondía el siempre sonriente Nyoman, yo podía usar su sarong (esa especie de pareo blanco transparente). Vaya, parece que ya había descubierto el motivo oculto de la invitación. Hasta me pareció que el sacerdote estaba divertido con mi cara de asombro y desconcierto. ¡Qué pena, pero tenía ya un compromiso con amigos y llegaba tarde! Nyoman, lejos de parecer contrariado, sonrió otra vez y me propuso acudir esa noche a comernos el cochinillo con sus amigos. Esto me tranquilizó, al menos las ofrendas se las comen. Tras horas de estar expuestas al sol y a las moscas, pero se las comen. Tampoco podía unirme a la fiesta, esta vez sí era cierto que ya tenía una cena con amigos. Nyoman, sin mostrar su contrariedad por el rechazo, se despidió regalándome una manzana y un mango de entre las ofrendas. Otras tierras otras maneras. En Bali se liga rezando en el templo. 

Jóvenes bañándose en el río sagrado en Ubud, Bali



¿Te ha pasado algo parecido? ¿Han intentado ligar contigo o tú con alguien en un acto religioso? ¡Cuéntanoslo!


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