jueves, 8 de marzo de 2012

Visita a Buda en China

Muchos chinos son budistas. Quizás sería más exacto decir eran budistas (me refiero a los chinos continentales, claro). Los efectos de la revolución cultural y del comunismo en general, han hecho que el culto a cualquier religión sea muy reducido y que queden muy pocos templos antiguos. Aún así, siguen quedando enormes estatuas de Buda en China que impactan. La más impresionante de las que he podido ver es el Buda Gigante de Leshan, al que fui por matar el tiempo y que luego me alegré mucho de visitar por lo espectacular y lo divertido de la aventura que ahora os contaré.

Ofrendas en el templo de Leshan
Me encontraba en Chengdu, capital de Sichuan, la provincia del picante, apuesta de ciudad del futuro del gobierno chino y última parada para muchos viajeros antes de entrar en Tibet. Mi albergue estaba justo al lado de la estación de autobuses y me informaron que había un autobús a Leshan aproximadamente cada hora y que quedaba a una hora y media de camino. Fácil. Inexplicablemente no había casi viajeros en el albergue, o, quizás, se me habían escapado todos temprano, así que, iría de excursión sola (no sé cómo pero salía a la calle ya casi a la 1 de la tarde, más tarde supe que esto fue una suerte, por las mañanas es imposible ver el Buda por la cantidad de grupos de turistas que hay). Me acerqué a la estación de autobuses, no sin antes equivocarme de entrada e intentar acceder por el parking, en vez de por la puerta, ante la mirada estupefacta de los conductores chinos que me indicaron mi error haciendo muchos aspavientos. Superada la primera barrera, quedaba la de esperar la interminable cola. Por fin, me tocó el turno y me entendí perfectamente con la vendedora que me indicó que tenía la suerte de tener un autobús en veinte minutos. Muy satisfecha conmigo misma, compré el billete y acudí a la plataforma de salida. ¿Dónde estaba el autobús? Allí solo había aparcado un monovolumen. Ante mi cara de desconcierto, un hombre joven chino que estaba esperando me preguntó en medio chino - medio inglés que dónde iba (ser tan expresiva y de una raza diferente ayuda mucho para que se le acerquen extraños a ayudarle a una). Le expliqué que a ver el Leshan Dafo (Buda Gigante de Leshan). Y él afirmó que también iba a Leshan y que suponía que el monovolumen iba allí. Y de paso me dio su tarjeta y me explicó que era comercial de no-sé-qué. Apareció el conductor y nos confirmó que iba a Leshan y al Buda y nos subimos al vehículo, yo en el asiento del copiloto. Vinieron más pasajeros, todo mujeres chinas y, como ya estaba lleno el monovolumen, emprendimos la marcha. El conductor mantuvo la típica conversación de taxi conmigo: "de dónde eres", "qué bien hablas mandarín", "¡ah!, claro has estado en Shanghai", "y el Buda estará aún abierto o no", etc. que creo que es universal entre cualquier taxista y pasajero extranjero, con ligeras variaciones por idioma o ubicación. A continuación, silencio y paisaje. Y cuando los carteles ya anunciaban Leshan, empezó una ardua discusión en el coche de la que deduje que las mujeres exigían ser llevadas directamente a la ciudad y no tenían interés alguno por el Buda. El comercial acudió en mi defensa, diciendo que "la chica extranjera quiere ir al Buda". Yo corroboré esto y el conductor puso paz diciendo que daba tiempo a todo (o algo parecido). Dejamos a todo el mundo en Leshan y nos dirigimos al Buda. Me había quedado sola con el conductor y el Buda no se veía por ningún sitio (y eso que era gigante). Empecé a preocuparme por asegurarme la vuelta y  a calcular  cuánto me costaría  un taxi hasta  Chengdu en caso de quedarme  tirada...
Mi amiga preparando la ofrenda
Y entonces, ¡sorpresa!, había una última mujer china que se había dormido profundamente durante todo el viaje, tan acurrucadita que su presencia me había pasado desapercibida. De repente, volvió a la vida y preguntó por el Buda. ¡Qué suerte la mía! Ya no estaba sola. Se trataba de una chica más o menos de mi edad (calcular esto es una temeridad pero imaginé que era así), muy elegantemente vestida, con traje de chaqueta negro con falda y taconazos. Idóneo para subir a ver al Buda Gigante. Ella y el conductor empezaron a discutir las opciones para volver a Chengdu, yo intenté meter baza cómo pude pero ella se apresuró a asegurarme que "buyong danxin", que no me preocupara y que la siguiera. Y llegamos al Buda (que yo seguía sin verlo pero al menos había un cartel y una entrada), y nos bajamos la chica y yo. Y empezamos nuestra visita conjunta. Fue de lo más curioso. Ella estaba divertidísima de ir con una extranjera y de ver mis dificultades por mantener una conversación aceptable en mandarín. Y encantada de contar con fotógrafo. Cada tres o cuatro pasos me pedía que le hiciera una foto y posaba, feliz y contenta, con postura estudiada, muy a la china. Me explicó que venía de una provincia del sur cuyo nombre no logro recordar pero que en su tierra hacía calor, y que esta mañana había sentido frío y que, como no tenía otra ropa de invierno, se había embutido en ese modelito que había comprado el día anterior de capricho. A mí el razonamiento no me convenció demasiado, yo creo que quería salir guapa en las fotos. Todo esto que explico aquí de corrido me costó algo de interpretar pero, mira por dónde, ¡nos comunicábamos!.
La visita consistía en ir subiendo la montaña (el monte Emei para más señas), visitando distintos templos budistas, en cada uno de los cuales, mi nueva amiga dejó la correspondiente ofrenda y rezó un ratito para, finalmente, llegar a la cumbre desde la que se descendía a los pies del Buda. Yo estaba muy impresionada con su capacidad para escalar escalones embutida en su falda tubo y los tacones. Formábamos una extraña pareja y nos hicieron alguno foto los curiosamente pocos turistas chinos que había. El descenso al Buda era especialmente costoso y en pendiente pronunciada. Pero mi amiga era experta en tacones y logró bajar y subir en perfecta forma física. Y, por fin, llegamos al final del camino. Y entendí por qué no había visto al Buda antes. Estábamos en una pequeña explanada, con el río en frente y el Buda de espaldas. La estatua está esculpida en la montaña y se ve desde el río. Aparentemente, está allí dispuesta para proteger a los navegantes y es el más grande de China y del mundo de estas características. Sea como fuere, resulta espectacular. El dedo gordo del Buda es ya el doble o triple de grande que una persona. Lograr que el cuerpo entero cupiera en una fotografía, misión casi imposible. La sensación de hormiguita bajo la presencia del Buda es impresionante.


Si tenéis la suerte de estar cerca de Leshan, no dejéis de visitar el Buda, eso sí, por la tarde.
Mi amiga cumplió su promesa y volvimos juntas a Chengdu, pero esa ya es otra historia.

¿Has estado en Leshan? ¿Qué opinas del Buda Gigante, será el más grande del mundo?





4 comentarios:

  1. Hola,

    Gracias por pasarte por mi blog y dejar tu comentario con el enlace. La verdad es que una suerte que hayamos podido disfrutar de semejante coloso. Sin embargo, ya que lanzas la pregunta al final de tu artículo, te comentaré que ni siquiera está entre los budas más grandes del mundo. A mí me surgió la curiosidad después de visitar este Buda y tras investigar colgué un artículo en mi blog. Aquí te lo dejo: http://losapuntesdelviajero.blogspot.com/2010/12/las-esculturas-mas-altas-del-mundo.html

    Saludos!
    Pruden

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    1. ¡Anda! Gracias por el enlace. Bueno, aunque no sea la más alta, es realmente imponente. He visto otros Budas pero la gracia de este es que está excavado en la montaña. Para mí, el mejor que he visto.

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  2. Hola BlogEnBlanco. Como te comento en mi blog también creo que el Buda de Leshan es espectacular, además tiene el encanto de estar en las orillas de dos ríos que confluyen. Un saludo nómada.

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    1. Es cierto, yo fui sin saber lo de los dos ríos y es una visión muy especial. La próxima vez me acercaré en barco. Saludos a ti también.

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