He vuelto a ir en bicicleta. Ya sé que de por sí no es gran cosa. Los
que me conocéis sabréis que, tratándose de mí, sí es un paso importante;
y los que no me conocéis, seguramente estaréis pensando "si ir en bici
no se olvida nunca". ¡Cuántas veces he oído esa frase! "Esto es como ir
en bicicleta, que no se olvida". Y yo siempre asentía pero para mis
adentros pensaba, "yo lo he olvidado", así que, igual tampoco es tan
sencillo este asunto que estamos tratando. ¿Qué cómo puede ser que yo lo
hubiera olvidado, si se supone que nadie lo hace? Buena pregunta. Para
empezar, soy (¿o era?) lo que comúnmente se llama "miedica", mi enorme
racionalidad me provocaba miedo a ponerme en riesgo de hacerme daño y,
para complicarlo un poco más, tengo bastante poca seguridad en mi
capacidad física, siempre he sido la torpe en deportes. Ya de por sí
aprender a ir en bicicleta no fue tarea fácil, solo la paciencia e
insistencia de mis padres lo lograron, tras mucho tiempo y esfuerzo.
Unos años más tarde hubo un tiempo en el que la bicicleta fue mi medio
de transporte habitual: iba día a día a la escuela y me movía por el
tráfico de un pequeño pueblo irlandés, es decir, con lluvia y … ¡por la
izquierda! Tuve un pequeño accidente, nada grave, pero imagino que
contribuyó a guardar en mi memoria un recuerdo negativo que no ayudaba a
volver a subirme en una bicicleta.
Sin embargo, el otro día, en un
encantador pueblecito de China, me monté en una bicicleta y, sin
pensarlo, me puse a pedalear y ¡comencé a avanzar! Y creo que esa ha
sido la clave "sin pensarlo". Simplemente me dije, "todo el mundo dice
que esto no se olvida, necesito ir en bicicleta para disfrutar de los
paisajes y voy a hacerlo", y, así fue. Esto mismo lo había intentado ya
en etapas anteriores de mi vida (aunque el paisaje era otro) y no había
funcionado, me bloqueaba si el camino se tornaba difícil, no era capaz
de girar, perdía el equilibrio, etc. Tenía miedo. Y el miedo nos
paraliza, nos impide seguir, no nos deja ser feliz. Yo quiero aprender a
vivir sin miedo, por eso, volver a ir en bicicleta ha sido un gran paso
para mí. Y, tras estar un rato pedaleando, recuperé otra capacidad
perdida: ¡empecé a silbar! Volver a ir en bicicleta ha sido como un
pequeño renacimiento, por eso, he querido compartirlo con vosotros.
¿Te ha pasado algo parecido? ¿Has logrado superar el miedo al algo y ser más feliz? ¡Cuéntanoslo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Comparte tu opinión! ¡Este blog es también tuyo!